sábado, 26 de marzo de 2011

Despedida o epílogo inacabado

Llegó la hora de partir, de poner punto y final a esta breve estadía. Apenas he rebasado los seis meses, un tiempo que jamás creí factible en una ciudad extranjera. Parece algo connatural, ese no poder acabar lo que he empezado, esa volubilidad que tantos momentos amargos me ha dado, entre instantes, claro, de felicidad, que no sé si son los que realmente cuentan. Edimburgo, Coventry, Nueva York e incluso Madrid... se van amontonando, muchas veces, con un poso de frustración. Al fin y al cabo, no son más que recuerdos de proyectos truncados o mal consumados. Hamburgo será otro. A diferencia de lo que opinan algunos amigos, no me atrae la idea de ir dando tumbos por el mundo; ni me enriquece ir coleccionando las ciudades que he visitado o en las que he vivido. Si creyera en el destino, empezaría a plantearme con seriedad esa piedra que Sísifo lleva siempre a cuestas. Si creyera, claro.

Vivir fuera de España sólo me ha deparado dos enseñanzas, y escribo esto sin ánimo de sabiduría zen o de pequeñosaltamontes: la primera, que fuera se vive mucho mejor, en contra del topicazo que muchos no se cansan de repetir sobre lo que un amigo definió como "el país más desarrollado del tercer mundo"; y la segunda, por decirlo con Marco Aurelio, que uno "sólo averigua cómo es en relación con los otros, cuando el otro le produce rechazo o le es extraño". Tal vez sea esto último, la extrañeza por lo de fuera y el rechazo por lo de dentro, lo que me ha empujado siempre a salir al extranjero, desde que con 18 años pasara mi primer verano sirviendo mesas en un hotel de Edimburgo. Escribía Arcadi Espada sobre el Julio Camba corresponal que su tema casi nunca era "Francia, Inglaterra o Alemania y sus respectivos ciudadanos. El único tema real y perenne" de sus artículos era "España y los españoles". Sin voluntad de compararme con el gran Camba, no encuentro mejor descripción sobre lo que he estado escribiendo estos días. Después de todo, cada post, ese esbozo de escritura, no es más que un ajuste de cuentas contra las fobias y filias (sobre todo las primeras) contra mi país, propio o no. A lo único que aspiro, no en esta vida, pero sí en futuros blogs -si es que hay futuros blogs- es a sacudirme esa aversión. Y empezar a escribir, entonces, como un extraño.

4 comentarios:

  1. Pues mira. Coincidimos. Es más. Te diré que la única cosa en que he tropezado con mis hijas, e incluso con algún tropezón serio, es que ninguna de las dos ha consentido salir de España, ni aunque fuese por una urgencia. Ellas dicen que no les hace ninguna falta y que aquí lo tienen todo. ¡¡¡ignorantes!!!.
    Lo de que fuera se vive mejor, quizá podría discutírtelo, aunque no demasiado. Depende de lo que entiendas por vivir. Sí, en cambio, vivir fuera te abre todas las perspectivas. Es una riqueza enorme que, quien pueda, debe tratar de alcanzar o, al menos, intentarlo.

    ResponderEliminar
  2. En Hamburgo se te echará de menos un montón amigo!!! un abrazo y espero que nos veamos pronto!

    ResponderEliminar
  3. En Valencia también se te echará de menos. Feliz viaje y hasta la vuelta.

    ResponderEliminar